Cambiar al mundo no es cool, no es divertido, no es fácil, no es alegre.

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Es enfrentar el absurdo de la guerra todos los días.

Es un médico sin fronteras y sin insumos en un campo de refugiados.

Un maestro rural sin esperanzas, pero estoicamente maestro.

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Es el golpe de la puerta que se cierra en tus narices, otra vez.

El presupuesto que no alcanza y te toca decidir a vos.

El ultimo tópico de la agenda pero el tiempo se acabó.

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No se puede hacer desde la comodidad de tu hogar, sentado frente a tu laptop.

No hay apps para cambiar al mundo.

No importa la cantidad de seguidores que tengas.

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No importa la comunidad en la que elijas estar.

No hay créditos al final de la película.

No hay una banda sonora.

 

Es trabajar, estudiar, comprender, para desafiar los poderes establecidos.

Es el por qué, quién, cómo, adónde, cuándo.

Es reconocer las múltiples caras de la bestia.

Es enfrentar a la bestia y saltar directo a su corazón.

 

Es despertar del sueño profundo del bienestar personal en primer lugar.

Comienza por tocar fondo y después me cuentas como seguimos.

Luego mira la imagen que se forma en los ojos de tus hijos.  

 

No importa cuantos certificados o etiquetas tengas.

No esperes recompensa.

No esperes reconocimiento.

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Cambiar al mundo no es cool, es necesario.